(224 pág.; Booket) (14; mayo de 2021)
Este el es libro recetado (que no recomendado, pues él aún
no lo había leído) por Josep M. para este mes, y con él se cierra la segunda vuelta,
es decir, ya son diez libros que hemos leído los unos decidido por uno de
nosotros.
Lo leí a primeros de mes, pero no he puesto mi opinión en
el blog a fin de no influenciar a nadie la suya, si es que eso fuera posible.
He creído comprender el significado de lo escrito por Savage al llegar al final
del libro y, a confirmado según creo, al leer la reseña del autor que aparece
después. Es decir, Savage, que no había podido publicar alguna historia que
había escrito, lo consigue creando al sujeto de la portada que no es otro que
él mismo y nos cuenta cómo ha cambiado el mundo que él conoció y donde vivió.
El ya mencionado sujeto es un ratón esmirriado,
decimotercer vástago de la misma camada que, a falta de pezón ratuno que
llevarse a los labios, decide emprenderla con las grandes obras de la
literatura, y me refiero al tamaño, por lo que las devora, literalmente. Nos
describe su vida en una librería y cómo aprendió a subsistir y terminará, tal y
como ya he dicho, lamentando la transformación de su hábitat, así como nosotros
lamentamos la transformación del nuestro.
“Siempre imaginé que la crónica de mi vida, si acaso alguna
vez llegaba a escribirla, tendría una primera frase excelente: algo lírico,
como «Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas», de Nabokov; y, si no me
salía nada lírico, algo arrollador, como «Todas las familias felices se
asemejan, pero cada familia desdichada es desdichada a su manera», de Tolstói.”