(360
pág.; Edhasa) (3; enero de 2020) (Premio Nobel 1957)
Antes de que empezara a escribir
sobre los libros que leía ya había leído El extranjero y, aunque me gustó
mucho, cuando menos he tardado once años en repetir al autor. Como siempre, me
lamento de no poder leer más o más deprisa y, por eso, repetir un autor que no
me regalen (y aun estos tardan lo suyo en ser leídos) cuesta mucho, sobre todo
si no lo tenemos en la biblioteca, como es el caso.
El inicio de la novela no es para
almas cándidas, pues Camus crea un ambiente cargado de impotencia y de falta de
previsión que cualquier espíritu de hoy en día un poco avezado prevé. A
continuación, aunque con menos atosigamiento para el lector, vienen los capítulos
que son resultado de ese inicio. Si no soy más explícito, aunque con el título
cualquiera puede pensar en la elipsis, es porque leer la historia implica ir
enterándose, poco a poco, de la narración de un premio Nobel y no de la mía.
Toda la novela entraña personajes cuyas acciones muestran los comportamientos
humanos frente a las desgracias ajenas o colectivas y, también, cómo pueden
cambiar las posturas frente a hechos que nos superan o frente a su
inevitabilidad.
“Los curiosos acontecimientos que
constituyen el tema de esta crónica se produjeron en el año 194… en Oran.”
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