(365
pág.; Anagrama) (52;
octubre de 2019)
¿Cuánto hará que leí este libro por
primera vez: quince, veinte años? Lo había visto muchos años antes en las
librerías, pero el título y la portada no hacían que me interesara en absoluto,
aunque me llamaba la atención el segundo nombre del autor. Un día, que no
recuerdo cuándo, me atreví con él y ahora que voy releyendo libros que he leído
hace mucho he vuelto a él y, para que el que lea esto encuentre un sentido al
título, a continuación la frase de donde proviene:
“Cuando en el
mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos
los necios se conjuran contra él.” Johnathan
Swift
El “genio” es el sujeto de la
portada: treintañero que vive en casa de su madre y a costa de su madre, es
decir, que no da golpe, a pesar de que se sacó una carrera, pero cualquier cosa
que no sea perder el tiempo a su gusto le produce malestar y dolores
insoportables. Las circunstancias se tuercen y su madre le obliga a buscar
trabajo: ahí empieza la pesadilla para todo aquel que se cruce en su camino. Y,
según él, es un genio al que nadie comprende. En la novela aparecen unos
personajes increíbles que llevan la historia a límites inimaginables con un final
trepidante.
Por si mi sucinto párrafo no
convence lo suficiente añadiré que Toole se suicidó porque no le aceptaban el
manuscrito en ninguna editorial y su madre, mujer de hacer faenas, consiguió
convencer al autor del prólogo y al año siguiente ganó el Pulitzer. No debía
ser tan necio.
“Una gorra de
cazador verde apretaba la cima de una cabeza que era como un globo carnoso.”