(332 pág.; Libros Hiperión) (54; diciembre de
2018)
Hace tiempo que quería leer algo nuevo de Defoe, pues
cuando era joven ya había leído dos o tres de él y encontré entre los digitales
de Marisol El Diablo y el relojero,
que me pareció un cuento tan corto (once páginas, que sin contar las de
cortesía no llega a tres) como para que se hubiera editado por separado, así
que busqué entre los libros de Defoe alguno que hubiera podido dar pie a esa
historia y en la historia alguna frase del cuento y… voilà!
Creo que queda claro que encontré el libro, la página en
la que aparece el relojero y una sorpresa morrocotuda al ver que Defoe se había
esmerado hasta la saciedad para explicarnos todo lo que sabe del poder
diabólico, del origen del mismo, de cómo actúa (aunque según él sobre algunas
personas como los dignatarios, Papas y algunos otros no hace falta que actúe:
ya son malos per se) y una infinidad
de razonamientos al respecto que no se me hubieran ocurrido nunca.
La lectura de este libro, que no recomiendo a quien no
esté verdaderamente interesado en saber más y mejor sobre lo que nos han
enseñado en Religión, me ha hecho pensar en estos temas, pues Defoe está
impuesto en ellos, aunque me da la sensación que, a veces, lo utiliza como hizo
Swift, con Gulliver: como una crítica a su tiempo y a las personas que lo
vivieron, pero no se restringe a ellos, pues sus lecciones de historia
comienzan antes de la aparición del hombre y llegan hasta sus días y no deja personaje
que aparezca en las Escrituras sin un comentario en relación con el Diablo.
Enciclopédico.
“No dudo de que el título de este libro asombre en principio
a mis lectores; quizá se detengan en él un poco, ni más ni menos que podrían
hacerlo ante el libro de magia de una encantadora; permanecerán un rato dudando
si deben leerlo o no, ante el temor de que leyendo la Historia del Diablo le
evoquen verdaderamente.”