(510 pág; Seix Barral) (37;
junio de 2015)
He estado enfermo el domingo y el lunes: otra infección
gástrica. Reposo por culpa del B27, pero ya ha pasado. Lo que no estoy seguro
del todo si no fue, también, por culpa de este libro.
Hará cosa de un año que le regalé a Marisol este libro y
lo tuvo rondando bastante tiempo hasta que me dijo que lo había empezado y no
le había gustado. Lo estuve buscando digitalizado de tipo gratuito y no existe,
así que lo he leído apoyándolo en la barriga. El principio me gustó mucho, pues
la descripción de Leonora mientras es niña o adolescente es divertida. ¿Y el
resto del libro?
La niña se hace adolescente rápidamente y toma las de
Villadiego: acaba yendo a París y viviendo con los surrealistas. Ya no es tan
divertido, pero con tanto artista conocido es interesante. Llegan los nazis, el
campo de concentración para el que era su pareja, la pérdida de la realidad por
su parte, su huída a España, … ya no es nada divertido. Es más, es angustiante,
claustrofóbico, aunque no sea por definición un adjetivo aplicable; pero así lo
sentí yo. El libro sigue desgranando la vida de Leonora Carrington y no deja de
ser interesante conocer, a través de sus páginas, a tantos artistas que
marcaron el devenir del arte en el siglo pasado, esta vez al otro lado del
Atlántico.
Estuve
enfermo y no sé si me lo ocasionó la prosa de la autora aplicada a la vida de
la mujer de la portada, pero reconozco que no pude dejar de leerlo hasta el
final.
“Sobre el mantel de la mesa del comedor se agrandan los
platos y los cuatro niños, Patrick, el mayor, Gerard y Arthur desayunan porridge; a Leonora le disgusta pero la
niñera Mary Kavanaugh, dice que en el centro del plato de avena encontrará el
lago Windermere, el más bello y más grande de Inglaterra.”
eBook: sí. ebiblioteca
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