(127 pág.; El País) (14; marzo de
2015)
¿Hace falta añadir “que ni come él, ni come su amo”? Pues
la frase está dedicada a la protagonista de esta divertida, entretenida e
ingeniosa obra de teatro, que incluso se atrevieron a llevarla al cine.
La condesa viendo que su escribano está requebrando a una
de sus criadas le da a entender que ella también bebe sus vientos, lo que hace
que él deje de lado a la criada, pero entonces la condesa se lo piensa mejor y
se desdice de los sentimientos que le ha confesado. El vuelve a la criada, pero
a la condesa esto le causa celos y se entremete de nuevo, …
Si no es fácil escribir una obra de teatro, menos lo ha
de ser hacerlo en verso, o así me lo parece. No es tan fácil de leer como Don Juan Tenorio, por ejemplo, porque
algunas palabras o giros se me han escapado, pero no por ello ha dejado de ser
una lectura muy placentera.
“TEODORO ¡Huye, Tristán, por aquí!
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