(1.312 pág.; Amazon) (27;
agosto de 2014; en Huesca)
Este es el cuarto libro más largo que leo y, a pesar de
Musil y Tólstoi, el mejor de ellos. Tiene puntos de contacto con Guerra y paz, pues ambos cuentan una
historia y en medio describen una batalla con detalle y detenimiento, menos el
francés que el ruso, pero en esta novela no sólo describe una parte de la
sociedad, sino que, casi podría afirmar, describe todo lo que envolvió el
tiempo de Víctor Hugo, y cuando quiero decir todo me refiero a eso
literalmente.
Veamos unos ejemplos: aparte de la batalla de Waterloo,
las formas de gobierno y maneras de tres o cuatro reyes de los siglos XVII y
XIX y de Napoleón, también habla de religión, de la vida en la calle de los
muchachos de París, del sistema carcelario, del alcantarillado, de los
conventos, de decenas de personas reales y de lo que aportó su vida, no pasa
por alto la física, y como escribo esto de memoria y sin revisar el libro estoy
seguro que me dejo una decena de temas más; pero no se vaya a pensar que habla
de ellos en un párrafo, no: ¡les dedica capítulos enteros en medio de la historia
de ficción que cuenta! Es un tratado de la vida en la Francia del XIX.
He dejado dos temas para el final: la historia y el
motivo por el cual la escribió. Comienzo por este último: la justicia social. En
todo el libro, y también es literal, subyace el tema de la justicia social, la
redistribución de la riqueza, el reparto del trabajo y sobre todo ello la
educación a todo el mundo y, lo dice taxativamente, gratuita. Es la única
forma, según él, de acabar con las desigualdades sociales que acarrean la
comisión de crímenes contra los bienes y las personas y, dado que en su época un
ex presidiario, no podía volver a formar parte de la sociedad este se veía
impelido a seguir cometiendo delitos, hasta que fuera detenido por segunda vez
y condenado a perpetuidad o a la guillotina. Aunque no suficiente, algo hemos
avanzado en siglo y medio.
La historia: ¿aun no son vox pópuli el musical o la
película? Pues aunque lo sean hay que leerla, pues ya sólo la primera parte,
algún centenar de hojas, dedicada al obispo vale su peso en oro; y luego están
las historias de Jean Valjean, Cossette, Mario, los Thenardier, Javert, Gavroche,
los estudiantes que ya adultos plantan cara al gobierno y levantan las
barricadas, y un sinfín más de personajes que acompañan a estos y le permiten
ir desgranando la historia y el siglo en que vivió.
Inconmensurable.
“En 1815 M. Carlos Francisco Bienvenido
Myriel era obispo de D…”
eBook: perfecto. Amazon
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