sábado, 8 de febrero de 2014

David Foster Wallace: El rey pálido (*)

(leídas 317 pág de 551; Literatura Mondadori)       (4, enero de 2014)
Hace un par de años, más o menos, que estaba en la Fnac y sus estanterías de novedades estaban llenas de este libro y con ganas lo hubiera comprado, pero como desde hace años decidí no comprarme un libro que no fuera a leer inmediatamente y había muchos otros “haciendo cola” me aguanté… hasta esta Navidad, que figuró entre la terna de libros que le di a Anna para que me regalara uno. Y no puede decirse que le hiciera esperar mucho, pues al mes siguiente ya lo estaba leyendo. Pero no pude llegar al final.
Para comenzar no es un libro acabado, por tanto lo que está impreso puede que fuera así o todo lo contrario. Creo que al editor que le encomendaron la organización de las notas tuvo miedo de “podar” demasiado y queda un libro repetitivo, sin gracia, y que mantiene el estilo de La broma infinita con las notas a pie de página, pero si en este eran excesivas en longitud, en el que estoy comentando son excesivas en cantidad y mayoritariamente sin sentido. Voy a poner como ejemplo hasta donde llegué: se ve impreso “–…” y una nota a pie de página “Quiere decir que no dijo nada”. Gracias por la aclaración, pero ya hace medio siglo que leo libros y este no parece que sea para niños.
Soy contable y la historia trata de una oficina de la administración tributaria, con mucha palabrería de mi oficio, pero eso ni lo ha hecho divertido o atractivo para mí y, estoy seguro, no lo hará para la mayoría de gente; aunque lo peor es la cantidad de veces que llega a repetir alguna idea, como por ejemplo, que la fachada principal del edificio donde él va a trabajar está en la parte de atrás de por donde se entra. Lo dice tantas veces que llega a cansar. Exactamente lo que me sucedió a mitad del libro. De aquí a media docena de años releeré La broma infinita, pero hasta entonces este autor estará en el dique seco.




“Más allá de las llanuras de franela y de las gráficas de asfalto y de los horizontes inclinados de óxido, y más allá del río de color marrón tabaco resguardado por los árboles llorones y salpicado por las monedas de luz de sol que traspasan sus copas para alcanzar la corriente, hasta el lugar que hay detrás del cortavientos, donde los campos sin cultivar bullen ruidosamente a fuego lento …”

eBook: casi perfecto y muy bien direccionadas las notas a pie de página.                        Amazon


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