(123 pág.; El País) (3;
enero de 2014)
Valle-Inclán, el Marqués de
Bradomín, Literatura de sexto, cuarenta años atrás… otro que aparece de entre
las sombras de la memoria. No los busco ex profeso, pero poco a poco van surgiendo
y me gusta. Lo que lamento es que sea tan tarde y con tan poco aprovechamiento,
es decir, los leo, la mayoría me entretienen, pero ya no obtengo el
conocimiento que habría alcanzado si los hubiera leído en su momento. Yo, por
lo menos, no estudié Literatura, sino Historia de la Literatura: nombres seguidos
unos detrás de otros. Pero no quita que ahora me lo pase muy bien.
Y así ha sido con esta Sonata,
trasnochada, decimonónica, pero bien escrita y con un sorprendente final, que
no destriparé: el citado Marqués conoce a una muchacha que va a ingresar en una
orden religiosa y decide que antes ha de ser suya. Esta se resiste, pero poco a
poco va cayendo en sus redes y cuando parece que Bradomín la conseguirá al
final, llega este, el final, de forma abrupta. Muy interesante. Espero tener
tiempo para poder leer la sinfonía completa de Valle-Inclán.
“Anochecía cuando la silla de posta
traspuso la Puerta Salaria y comenzamos a cruzar la campiña llena de misterio y
de rumores lejanos.”
eBook: correcto, pero digitalizado
de una edición tan antigua que las vocales aisladas aún van acentuadas y las
iniciales de los capítulos están ornamentadas. Singular. www.gutenberg.org