(357 pág.; Alfaguara) (36; junio de 2023)
Este libro me lo regaló Pedro por
Navidad y, curiosamente, lo he leído junto con otro libro escrito por una Abad.
En cualquier caso, ninguno de los dos trata sobre un abad, aunque el que
comento ahora se le acerca bastante.
El narrador de la novela es un cura
amigo del protagonista. Han vivido juntos durante más de veinte años, pero al
protagonista, “Gordo”, se le ha descubierto una enfermedad vascular y está a la
espera de un trasplante de corazón, por lo que debe mudarse a una casa que esté
en la planta baja. La casa que consiguen la habita una mujer con dos hijos, a
la que ha abandonado su marido, y una sirvienta que tiene una hija y no tiene
pareja.
El Gordo es un cura muy singular:
estudió en Roma, sabe alemán y tiene programas de radio y escribe en los
periódicos sobre cine y ópera. Rápidamente se convierte en el padre putativo de
esas tres criaturas y, entre las dos mujeres y él, se crea una relación de
amistad y ayuda mutua. A él no le importaba morir, pero ahora ansía que se
encuentre un corazón para él porque quiere vivir de manera diferente a como
había vivido, aunque no se arrepiente de haberlo hecho tal y como lo hizo.
Es
una buena historia que, a medida que se acerca el final, quieres llegar a él.
“Aunque Luis
fuera cura, como yo, muy pocas personas le decían padre”.
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