(158 pág.; Orbis) (12; abril de 2021)
Este libro era el de ciencia ficción de un autor nuevo
que iba a leer este año y aprovechando que me tocaba escoger el libro del CLC
de este mes, el noveno ya, y que además estaba avalado porque Marisol tiene
siete libros de este autor, me atreví a proponerlo confiando que fuera mejor
que mi primera elección. El mero hecho de haberlo acabado, ser divertido y de
lectura fácil confirman que no ha sido una mala elección. Podría haber sido mejor
pues, aunque el inicio sorprende por la forma de narrar uno se acostumbra rápido
(¿verdad, Mac?), pero el final, a mi parecer, no es muy esmerado, sin que ello
quiera decir que sea fácil finalizarlo brillantemente, pero el jardín había
sido cuidado por su autor.
Un autor de
ciencia ficción que ha tenido un cierto éxito se ha recluido en casa de un
amigo, totalmente aislada, a fin de ver si recupera la imaginación, pues está en
un momento falto de ideas. De un día para otro se presentan en la Tierra muchos
marcianos, tantos como uno por cada tres personas, y hacen la vida imposible a
los terrícolas, pues son inatacables, burlones, curiosos hasta la médula,
criticones y muy dados a proclamar a los cuatro vientos todo aquello que van
descubriendo de los demás, por lo que nada ni nadie queda a cubierto; es decir,
las mentiras son aireadas, los crímenes impedidos, los secretos de estado
desaparecen pues dejan de serlo, etc., etc., y no parecen encontrarse nada mal
con nosotros. La gente está desesperada por esos inofensivos seres, físicamente
hablando, pero totalmente importunos.
“El que los pueblos de la
Tierra no se hallasen preparados para afrontar la llegada de los marcianos fue
exclusivamente culpa suya.”