(862 pág.; Anagrama) (34;
julio de 2017)
Estos dos últimos meses han sido más duros de lo
habitual: la renta, el SII (quien sepa de que hablo lo comprenderá), el tocho
cuya portada aparece más abajo y el siguiente tocho que le leído conjuntamente,
pues uno es un ensayo y no estaba digitalizado y el otro sí.
He leído bastantes obras de Shakespeare, incluso sus afamados
sonetos, por lo que tenía verdaderas ganas de leer este libro que regaló Gemma
a Marisol. Bloom está considerado uno de los mejores críticos de su momento y
ha sido catedrático durante medio siglo, por consiguiente no soy digo ni de
comentar que he leído su libro, pero lo voy a hacer.
Si no se repitiera tanto comparando, una y otra vez, los
personajes de Shakespeare o sus obras, quitaríamos unos cientos de páginas; si en
relación a todos los personajes principales y a la mayoría de obras no nos
dijera tantas veces que son nihilistas, un centenar de páginas; las frases en
las que aparecen las palabras pathos
y ethos, que no digo que no sean
necesarias en una crítica literaria tan profunda como esta, otro centenar; y,
por último, si quitáramos las repeticiones (ojo, solo las repeticiones) de las
veces que compara a Shakespeare con los autores contemporáneos a él o las obras
de todos ellos, desparecerían otros cientos más. ¿Seré descendiente del Gran
Capitán?
“La respuesta a la
pregunta “¿Por qué Shakespeare?” tiene que ser “¿Pues quién más hay?”.