domingo, 5 de septiembre de 2021

Colleen McCullough: El hijo pródigo (**)

(295 pág.; Ediciones B)                      (34; agosto de 2021)

Ya he leído diez libros más desde que leí el último de esta autora, así que cojo el penúltimo de los que tenemos en casa y, con ganas, pues no es histórico y tengo curiosidad para ver qué tal es en otros ámbitos, empiezo a leerlo. Y tal como lo pienso y digo, resulta que me parece que no me gusta. Pero es el principio, démosle tiempo y, obviamente, oportunidad. Pero el tema sigue y, sin ser un desastre, no me convence. Sigo leyendo porque se ha complicado tanto la trama que no sé por dónde podrá salir (la autora). Final inesperado, y la nota raspa el larguero. El otro que me queda es histórico, supongo que no habrá la misma tensión en la lectura.

Al personaje que llama a la puerta, según el inicio que está al pie de la portada, le quedan cuatro páginas, es decir, ni un telediario. La forma en la que encuentra la muerte es tan extraña que no se sabe por dónde buscar al asesino. Los personajes principales de la historia es una pareja que están juntos desde que tenían quince años, los dos son muy buenos bioquímicos porque se han dedicado en cuerpo y alma a sus estudios y trabajos. El está a punto de publicar un libro que será un gran éxito y la universidad para la que trabaja está convencida de que será candidato al Premio Nobel en algún momento.

Aparte de un par de frases inapropiadas (una de ellas referente a un atributo masculino del protagonista totalmente innecesaria), no me ha gustado la manera que tiene de presentar los personajes, algunos con mucho detalle y otros, igualmente importantes, sin descripción alguna; al pie de la portada se menciona que es una caso del detective Delmonico, que no tiene más relevancia que cualquier otro personaje de su comisaría (demasiados para mi gusto) y, para no alargarme más de una cuartilla, hay tantos hechos tan singulares en esta novela que, todos juntos, no la hacen muy creíble, aunque, ya lo he dicho, termina interesando por el cómo se resolverá. No es aconsejable comenzar por este libro, pues los otros ocho que ya he leído de ella son muy superiores.





“Rodeado de nubecillas de barro, John Hall apoyó un dedo no del todo firme en el timbre de la puerta y llamó.”



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